El conflicto y los roces son una realidad inevitable en las
relaciones interpersonales, tanto en los grupos centrados en la persona como en
los centrados en el trabajo. Las personas no tienen los mismos intereses, ni
las mismas las actitudes, ni los mismos tipos de personalidad. La labor de
socialización de la familia, el entorno y el sistema educativo incluye dotar a
los miembros de una sociedad de las habilidades suficientes como para abordar
esos conflictos. Sin embargo, no siempre es posible. Y el mundo laboral es una
de las mayores muestras. Cuando alguien dice "no aguanto a mi jefe",
nos podemos encontrar ante un superior insoportable o ante un empleado incapaz
de asumir cualquier tipo de autoridad.
En primer lugar es importante distinguir entre las tensiones
"necesarias" y las que se generan gratuitamente como consecuencia de
desajustes personales. Por "tensiones necesarias" entendemos las que
se producen inevitablemente como consecuencia de tener que responder a los
objetivos de la organización. Cualquier actividad humana necesita una tensión
necesaria para poderla desarrollar. Sin esa activación imprescindible las
tareas no se realizan de la forma adecuada.
El problema viene cuando las organizaciones endurecen los
ritmos productivos, generando presiones en cascada, de manera que cada jefe las
va transfiriendo a los miembros de su equipo. Cuando alguien dice aquello de
"no soporto a mi jefe" puede querer decir "no aguanto esta
organización". La razón: en numerosas ocasiones los jefes que presionan
son a su vez víctimas de la presión de sus superiores y se convierten en
cooperadores necesarios de la tensión que produce la organización.
El
"mobbing"
Sin embargo, en otras muchas ocasiones el jefe es algo más
que una víctima. Es alguien que se convierte en un agresor gratuito que, por su
tipo de personalidad, "disfruta" con el cargo y necesita "chivos
expiatorios". Una vez más a este tipo de situaciones se las ha bautizado
con un nombre en inglés: mobbing.
El mobbing, acoso moral u hostigamiento psicológico en el
trabajo, identifica una situación en la que una persona o un grupo de personas
ejercen una violencia psicológica extrema, de forma sistemática durante un
tiempo prolongado, sobre otra persona en el lugar de trabajo. En el caso del
mobbing hay que destacar que el agresor se sitúa siempre por encima de la
víctima en la escala jerárquica de la empresa.
El hostigamiento se puede manifestar de muchas maneras:
- · Ningunear al empleado, no encomendándole tareas.
- · Despreciar sistemáticamente las labores realizadas por el empleado o empleada.
- · Aislar a los compañeros de trabajo, impidiéndoles la comunicación entre ellos.
- · Hacer comentarios de menosprecio a la persona por su apariencia, sus convicciones o su raza.
- · Ridiculizar al trabajador ante los demás.
- · Acosar manifiesta o encubiertamente con insinuaciones o provocaciones de carácter sexual.
- · Gritar o insultar a las personas empleadas.
- · Amenazar verbalmente.
- · Extender calumnias sobre las personas empleadas en el trabajo.
- · Poner sistemáticamente en entredicho el trabajo del empleado.
Consecuencias del
hostigamiento en la persona empleada
Las personas afectadas por jefes patológicos pasan un
particular calvario que se manifiesta de múltiples formas, que afectan tanto a
su persona como al entorno más próximo.
·
Síntomas
psicosomáticos
o
Físicos: Cefaleas
tensionales, insomnio, alteraciones cardiovasculares, trastornos del sueño,
trastornos digestivos...
o
Psíquicos: Irritabilidad, ansiedad, crisis de
pánico, depresión, dificultades de atención y concentración, alteraciones de la
memoria. En algunos casos la persona llega incluso a dudar de sí misma y a
sentirse inferior.
·
Se resiente el propio trabajo. Disminuye la
cantidad y calidad de trabajo. Dificultades para trabajar en equipo, frecuentes
bajas laborales, ganas de cambiar de empresa. La suma de personas insatisfechas
genera un clima desagradable en el lugar de trabajo que afecta tanto a las
personas como a la propia organización. Aumentan las distracciones y por tanto
el riesgo de accidentes por causa de los descuidos y las negligencias.
Afecta al ambiente familiar. Las frustraciones
se traspasan. Cuando alguien pasa un tercio de su vida o más agobiado por jefes
que presionan desmesuradamente, termina desplazando la ansiedad que le produce
esa presión a los que menos culpa tienen en todo esto: los seres queridos, el
cónyuge o los hijos, que acaban sufriendo también las consecuencias.
¿Cómo defenderse?
Cada persona afectada, por su salud mental y la de los
suyos, debe ir generando sus propias defensas:
- Reforzando la propia personalidad.
- · Trabajando la asertividad: capacidad para ser firmes y aprender a decir que no.
- · Utilizar técnicas para combatir la ansiedad y el estrés.
- · Desarrollar al máximo los aspectos positivos de la propia persona.
- · Perder el miedo a solicitar la ayuda de un profesional tanto para rebajar los niveles de ansiedad, como para aprender a afrontar todo tipo de situaciones adversas.
Cambios en las
estructuras
La situación ideal es que cambien las estructuras y
desaparezcan los jefes que hostigan a sus empleados. Las organizaciones
deberían disponer de una estructura madura y permanente para la resolución de
conflictos que están siempre presentes en las relaciones entre personas. Todo
ello por el bien no sólo de estas personas, sino de las propias empresas.
La organización debería desarrollar habilidades para
reconocer conflictos y manejarlos adecuadamente, conocer los síntomas del
mobbing para detectarlo y abordarlo con rapidez. Para ello, en el propio centro
de trabajo debería haber reglas claras sobre resolución de conflictos
personales que garanticen el derecho a la queja y al anonimato y que prevean
sistemas de mediación interpersonal. El logro de estos objetivos precisa de un
entrenamiento de todos los miembros de las plantillas en relaciones
interpersonales y resolución de conflictos.
En general, esperar que las organizaciones cambien es poco
menos que un milagro. La solución a nivel individual tampoco consiste en
aconsejar a la persona que cambie de empresa porque en la nueva puede encontrar
más de lo mismo o incluso una situación peor.
¿Cómo es la personalidad del jefe patológico?
Hay una serie de rasgos frecuentes en ese tipo de personas:
- · Para compensar sus carencias internas, necesitan mandar, tener a alguien debajo a quien poder presionar y experimentar así la satisfacción del "yo soy más que tú".
- · No suelen tener aprecio por los valores personales. Están más centrados en las tareas y consideran a las personas como meros instrumentos que terminarán convirtiéndose en residuos humanos.
- · Son personas ególatras y narcisistas para quienes su "yo" es el centro del universo.
- · Apenas tienen sentido de culpa. No ejercitan la autocrítica ni dudan de sus ideas o actuaciones y, si lo hacen, es sólo bajo la presión de sus superiores o simplemente para agradarles y caerles bien.
- · Suelen ser cobardes cuando se les hace frente.
Información tomada de: http://www.consumer.es/-revista-consumer.es
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